lunes, 18 de enero de 2016

La oxitocina, la hormona del amor, une a perros y personas

La oxitocina, la hormona del amor, une a perros y personas








Cuando un perro y su amo se miran a los ojos, ambos disfrutan de una descarga de oxitocina que refuerza el vínculo afectivo entre ellos, según demuestra una investigación de la Universidad Azabu de Sagamihara (Japón) que se presenta en la revista Science. Esta hormona es clave para reforzar el vínculo afectivo entre madres e hijos cuando se miran a los ojos durante la lactancia. Los autores de la investigación concluyen que los perros se han adaptado al circuito neural humano que había evolucionado para reforzar el vínculo entre madres e hijos.
Además de su importancia durante la lactancia, la oxitocina se ha involucrado también en el sentimiento de pertenencia a un grupo social, las relaciones de pareja y la conducta sexual. Se trata de una hormona que induce sentimientos de afecto positivos.
Los investigadores de la Universidad Azabu han observado a treinta personas interactuando con sus perros. Una primera encuesta ha revelado que las personas que dicen querer más a sus perros son las que más les miran a los ojos, lo que sugiere que la mirada es importante en la relación entre ambas especies.
Pero los resultados más interesantes de la investigación son los de los análisis de oxitocina, que se han realizado a partir de muestras de orina antes y después de que personas y perros interactuaran. Cuanto más mira un perro a su amo, señalan los investigadores, más aumenta el nivel de oxitocina tanto en la persona como en el perro.
Un experimento igual realizado con lobos que habían sido criados desde cachorros por una persona no ha detectado ningún aumento significativo de oxitocina. Por lo tanto, el vínculo basado en la oxitocina entre perros y personas tiene que haber evolucionado recientemente, en los últimos miles de años, después de que el linaje de los perros y el de los lobos se separaran.
En otro experimento, los investigadores han administrado oxitocina a un grupo de perros antes de que interactuaran con sus amos. Esto ha hecho que el nivel de oxitocina aumentara también en las personas y que los perros les miraran más. Un fenómeno similar se observa cuando se administra oxitocina a padres y madres de niños pequeños, lo que provoca un aumento de la hormona también en sus hijos.
“Los perros se han aprovechado de nuestra sensibilidad parental, utilizando conductas como mirarnos a los ojos, para provocarnos sentimientos gratificantes y actitudes protectoras”, escriben Evan MacLean y Brian Hare, investigadores de la Universidad Duke  de Durham (EE.UU.) que no han participado en el estudio, en otro artículo de Science.
Esta adaptación mutua entre perros y personas en los últimos miles de años explica que se hayan familiarizado con gestos humanos que resultan mucho más difíciles de aprender para los grandes simios (que son especies más próximas a nosotros) o para los lobos (que tienen una inteligencia similar a la canina y también son animales sociales).  Así, los perros responden de manera espontánea a gestos humanos de interacción social como señalar con un dedo, seguir la dirección de la mirada o reaccionar correctamente ante palabras como “ven” o “siéntate”. “Los perros tienen mucho más que decirnos sobre la cognición, y sobre nosotros mismos, de lo que muchos hubieran imaginado”.


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